Un estudio demuestra que los alicantinos son de verdad borrachos y finos

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Los alicantinos, borrachos y finos según un estudio.

Uno de los dichos alicantinos más repetidos en el habla popular se hace al fin realidad. Así lo confirma una universidad de Estados Unidos (cuyo nombre preferimos mantener en la más estricta confidencialidad), que presenta en un estudio científico lo que tantas veces hemos repetido: soy alicantino, borracho y fino. Y ahora estas palabras cobran todo el sentido del mundo.

La investigación se ha centrado en la población de Alicante para sacar una muestra exacta del ciudadano medio de la Terreta, y no hay dudas, según se aprecia en los datos sacados del estudio, los alicantinos somos borrachos y finos, totalmente.

“Parte de la investigación la hicimos durante la última Romería de Santa Faz y también, durante las últimas fiestas de Hogueras, así que lo de borrachos fue fácil de demostrar”, afirman fuentes que han llevado a cabo la investigación, que apuntan que demostrar la finura ha sido algo más complicado.

Entendemos que el significado de fino es algo más relativo y se trata de un concepto difícil de calcular, pero en líneas generales, el ciudadano de Alicante es fino.

Esta es la conclusión que saca la universidad impulsora del estudio, que afirma que para alcanzar esta deducción tuvo que comparar a los alicantinos con los habitantes de otras ciudades de España. “No es que los alicantinos sean los más finos del mundo, pero al menos no dicen tete, acho o nano”, sentencian desde la universidad responsable de la investigación, en clara referencia a ciertas localidades vecinas que el informe prefiere mantener en el anonimato para evitar posibles daños morales.

Y así es como, gracias a la excelente labor académica realizada por esta institución docente, uno de los refranes alicantinos más mentados a lo largo de la historia se convierte en un hecho totalmente comprobado, ¡brindemos por ello!

 


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El Chepa

Fundé un club al que llamé Hércules para que infundiera respeto, y ahora solo infunde risas, vergüenza y bochorno. Casi 100 años después de mi muerte, vuelvo para poner firme hasta al utillero.

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